domingo, 20 de abril de 2014

Anécdota propia

No suelo creer demasiado en el karma, lo cierto es que la mayor parte de mi vida e pensado que no existía tal cosa. Sin embargo hará ya mas de un año me ocurrió una cosa que creo que vale la pena contar ya que me sorprendió y me invitó a pensar si realmente el karma afecta a la vida de las personas.
Un día como otro cualquiera, viajaba en el mismo bus que siempre, a la misma hora que siempre y con las mismas personas de siempre, cuando en una de las paradas subió un hombre de unos treinta años que comenzó a hablar con el conductor. Me extraño que el bus no arrancara y me quite los cascos que siempre llevo en los viajes, entonces escuche como aquel hombre suplicaba al conductor que le dejara subir, que no podía pagar el billete pero que necesitaba ir a su oficina o si no le despedirían. El conductor se negaba una y otra vez, argumentando que las normas eran claras en ese aspecto, y que se bajara del bus, a lo que el hombre suplicaba cada vez mas alterado y con una expresión de miedo en su cara.
Mire a los demás pasajeros que ya conocía de vista, ninguno de ellos se movía, todos hacían oídos sordos al espectáculo que se mostraba ante ellos y miraban sus móviles o por la ventana. Al ver esa situación me levanté y simplemente saque mi cartera y le entregue al conductor un billete de cinco euros que el miro sorprendido.
Le dije que ya pagaba yo el viaje, y el me miro con cara de incredulidad pero me dio el cambio y arranco el bus. El hombre, ya aliviado me miro y susurro un gracias mientras yo me sentaba en mi asiento y volvía a mi mundo colocándome los cascos.
Dos meses después esperaba en la estación del autobús, nervioso, había gastado mi ultimo viaje en la ida y nadie podía venir a buscarme en coche a esas horas, por lo tanto ya temía que debería volver a mi casa andando lo que me suponía unas dos horas de camino en plena noche, con unas bota con punta de hierro y una mochila cargada de libros. Cuando estaba a punto de empezar a caminar un extraño me paro y me entrego una tarjeta nueva de diez viajes para el autobús y tras sonreírme y darme la mano se marcho. En un primer momento me extrañe muchísimo, no conocía a aquel hombre y no sabia el porque me había entregado la tarjeta ni por que me había estrechado la mano, era muy extraño. Pero el bus que debía tomar apareció por la calle y me subí en el.
Como todos los que lean esto ya supondrán, era el hombre al que dos meses atrás le pague un simple viaje para ir al trabajo. Aquel hombre al cual ayude, ahora me había salvado de un largo y frío camino a casa, y un sentimiento de felicidad me lleno por completo.

Esta historia es completamente real, no e visto mas a aquel hombre, quizás por que aquel día no funcionaba su coche o por que quizás era una hora a la cual el no estaba habituado a ir en el transporte publico, no lo se, lo que importa es que ambos nos cruzamos en un momento de dificultad y ambos nos ayudamos. No se si a esto se le puede llamar karma o es simplemente una coincidencia pero... es algo que creo que merece ser recordado y que invita a pensar sobre ello. 

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