Ya hace bastante desde la ultima vez que subí algo aquí, no estaba inspirado la verdad, espero que pueda volver a subir mas a menudo y con mayor calidad pero eso solo el tiempo lo dirá,
Hoy traigo un texto en el cual soy yo en un mundo alternativo, en el cual solo una cosa a cambiado, muchas veces me referiré a mi como chico y otras veces como hombre, eso es debido a que por mi edad me considero joven pero en ese mundo por dentro me siento bastante mas mayor, dicho esto aquí lo tenéis:
Oh mierda es ella.
Se quedo parado en
la acera, esperando a que la figura de la mujer se perdiera en el mar
de gente y edificios, su mirada casi vacía reflejaba un dolor mas
allá del físico y su cuerpo temblaba como una hoja a punto de caer.
Se dio la vuelta y
caminó en dirección contraria a la mujer, no quería volver a
verla, su instinto le avisaba que quizás la próxima vez tendría
que acercarse y quizás incluso hablarle, y no podía permitir eso,
solo le causaría mas dolor.
Se sentó en el
banco y marcó el numero de uno de sus últimos amigos de la
infancia, a los veinte minutos llego y se sentó a su lado. Chocaron
sus puños y comenzaron a hablar de las clases, del ultimo partido de
fútbol, de los últimos fichajes de sus respectivos equipos y todo
lo que comentaban siempre que se veían, sin embargo, Oscar le miro y
le noto algo extraño.
-¿La has vuelto a
ver no?-dijo mirándole fijamente
El chico suspiro y
saco un paquete de tabaco, se encendió un cigarro y mientras soltaba
el humo de la primera calada susurro lentamente.
-Si, últimamente
la e visto bastante... es duro incluso después de tanto tiempo.
-Ya... siempre
estas así cuando la ves, se te nota en la voz y en la mirada.
Era cierto, no era
la primera vez. Cuando la vida le golpeaba su mirada se volvía
oscura, sus ojos castaños se volvían casi negros, llenos de
amargura, y su piel tostada palidecía.
-Estas demasiado
delgado, ya no vienes a jugar a fútbol, ya no pareces el mismo de
antes, te estas consumiendo-le dijo Oscar en un tono preocupado-
ademas. ¿No lo habías dejado?
El hombre dio
varias caladas, y apoyó la espalda contra el banco.
-Si, cuando la
conocí. ¿Pero eso ya no importa no?- sonrió amargamente- Ahora ella
es feliz y es lo que importa.
Oscar suspiró y se
levantó para ir hacia la fuente mientras miraba su teléfono. El
chico decidió levantarse y seguir a su amigo, pero entonces lo vio.
La mujer reía
mientras abrazaba con un brazo la cintura de un hombre, el hombre le
sonrió y bajando la cabeza le dio un beso en los labios.
-Tío, nos vemos
otro día, me tengo que ir- dijo el hombre y después de chocar
rápidamente el puño a su desconcertado amigo salió corriendo.
Las piernas,
después de meses sin ser ejercitadas le dolían, pero no paró, los
pulmones le abrasaban por la nicotina, pero no paró, las lagrimas le
emborronaban la vista, pero no paró.
Como aquel día, el
cuerpo le ardía, por eso se quitó la camiseta y la arrojó en un
descampado. Lo único que ahora le abrigaba del frio invernal era la
gran chaqueta de cuero negro gastado que siempre le acompañaba.
Siguió su camino corriendo con todas sus fuerzas, mientras una
ligera lluvia comenzaba a mojar toda la calle y el cuerpo del chico,
pero eso no lo detuvo, atravesó toda la zona industrial hasta llegar
a las afueras de la ciudad a un parque que, por razones obvias,
estaba vació de niños. De pronto, cayó al suelo, la cabeza le daba
vueltas por el mareo y sintió como el estomago le rugía, quizás
hasta habría vomitado algo si aquel día hubiese comido. Respiró
entrecortadamente con la cara en el frío y mojado suelo, hasta que se
le aclaró la cabeza, se levantó y fue a sentarse en los columpios
que tenia a su lado.
Sacó su móvil y
vió dos mensajes, uno de su amigo, preguntándole el porque de su
precipitada marcha y otro de su madre, que le preguntaba donde
estaba, el hombre simplemente apagó el móvil y se columpió durante
unos segundos, metió la mano en el bolsillo y sacó otro cigarrillo,
el cual encendió con dificultad por la lluvia que ahora caía mas
intensamente. Saboreo cada calada, observo fascinado como se quemaba
el papel que envolvía el tabaco, incluso se quedó mirando como caía
la ceniza al no poder sostenerse mas.
Cuando lo terminó
se levanto de banco y caminó hasta el puente, la barandilla evitaba
una cada de varios metros que se podía “amortiguar” por unos dos
centímetros de agua del pobre rio de su ciudad.
Se apoyo y cerró
los ojos, la vió a ella, a la mujer que amaba, al abrirlos, su determinación estaba clara, retrocedió
varios pasos y con toda su fuerza arrojo el paquete de tabaco y el
mechero al agua que tenia ante el. Aspiró aire y grito con todas sus
fuerzas, un grito parecido al aullido de una bestia, sus ojos se
volvieron castaños de nuevo, su piel adquirió su tono moreno que
había perdido y la determinación marco su rostro, lo había
decidido, eso no era el final, ella quizás no seria suya, pero
encontraría el modo de mostrarle cuanto la amaba, le mostraría que
el era lo mejor que le podía pasar, y se juro a si mismo que, al
final, ella seria la mujer mas feliz del mundo.
-Que hambre- dijo
sonriendo por primera vez en meses- ahora empieza lo bueno.
Comenzó a caminar
hacia su casa, ya no habrían mas mareos, ya no habría mas llantos,
ahora solo quedaba esperar... y aprovechar su oportunidad.