martes, 30 de septiembre de 2014

Alternativo

Ya hace bastante desde la ultima vez que subí algo aquí, no estaba inspirado la verdad, espero que pueda volver a subir mas a menudo y con mayor calidad pero eso solo el tiempo lo dirá, 
Hoy traigo un texto en el cual soy yo en un mundo alternativo, en el cual solo una cosa a cambiado, muchas veces me referiré a mi como chico y otras veces como hombre, eso es debido a que por mi edad me considero joven pero en ese mundo por dentro me siento bastante mas mayor, dicho esto aquí lo tenéis:


Oh mierda es ella.
Se quedo parado en la acera, esperando a que la figura de la mujer se perdiera en el mar de gente y edificios, su mirada casi vacía reflejaba un dolor mas allá del físico y su cuerpo temblaba como una hoja a punto de caer.
Se dio la vuelta y caminó en dirección contraria a la mujer, no quería volver a verla, su instinto le avisaba que quizás la próxima vez tendría que acercarse y quizás incluso hablarle, y no podía permitir eso, solo le causaría mas dolor.
Se sentó en el banco y marcó el numero de uno de sus últimos amigos de la infancia, a los veinte minutos llego y se sentó a su lado. Chocaron sus puños y comenzaron a hablar de las clases, del ultimo partido de fútbol, de los últimos fichajes de sus respectivos equipos y todo lo que comentaban siempre que se veían, sin embargo, Oscar le miro y le noto algo extraño.
-¿La has vuelto a ver no?-dijo mirándole fijamente
El chico suspiro y saco un paquete de tabaco, se encendió un cigarro y mientras soltaba el humo de la primera calada susurro lentamente.
-Si, últimamente la e visto bastante... es duro incluso después de tanto tiempo.
-Ya... siempre estas así cuando la ves, se te nota en la voz y en la mirada.
Era cierto, no era la primera vez. Cuando la vida le golpeaba su mirada se volvía oscura, sus ojos castaños se volvían casi negros, llenos de amargura, y su piel tostada palidecía.
-Estas demasiado delgado, ya no vienes a jugar a fútbol, ya no pareces el mismo de antes, te estas consumiendo-le dijo Oscar en un tono preocupado- ademas. ¿No lo habías dejado?
El hombre dio varias caladas, y apoyó la espalda contra el banco.
-Si, cuando la conocí. ¿Pero eso ya no importa no?- sonrió amargamente- Ahora ella es feliz y es lo que importa.
Oscar suspiró y se levantó para ir hacia la fuente mientras miraba su teléfono. El chico decidió levantarse y seguir a su amigo, pero entonces lo vio.
La mujer reía mientras abrazaba con un brazo la cintura de un hombre, el hombre le sonrió y bajando la cabeza le dio un beso en los labios.
-Tío, nos vemos otro día, me tengo que ir- dijo el hombre y después de chocar rápidamente el puño a su desconcertado amigo salió corriendo.
Las piernas, después de meses sin ser ejercitadas le dolían, pero no paró, los pulmones le abrasaban por la nicotina, pero no paró, las lagrimas le emborronaban la vista, pero no paró.
Como aquel día, el cuerpo le ardía, por eso se quitó la camiseta y la arrojó en un descampado. Lo único que ahora le abrigaba del frio invernal era la gran chaqueta de cuero negro gastado que siempre le acompañaba. Siguió su camino corriendo con todas sus fuerzas, mientras una ligera lluvia comenzaba a mojar toda la calle y el cuerpo del chico, pero eso no lo detuvo, atravesó toda la zona industrial hasta llegar a las afueras de la ciudad a un parque que, por razones obvias, estaba vació de niños. De pronto, cayó al suelo, la cabeza le daba vueltas por el mareo y sintió como el estomago le rugía, quizás hasta habría vomitado algo si aquel día hubiese comido. Respiró entrecortadamente con la cara en el frío y mojado suelo, hasta que se le aclaró la cabeza, se levantó y fue a sentarse en los columpios que tenia a su lado.
Sacó su móvil y vió dos mensajes, uno de su amigo, preguntándole el porque de su precipitada marcha y otro de su madre, que le preguntaba donde estaba, el hombre simplemente apagó el móvil y se columpió durante unos segundos, metió la mano en el bolsillo y sacó otro cigarrillo, el cual encendió con dificultad por la lluvia que ahora caía mas intensamente. Saboreo cada calada, observo fascinado como se quemaba el papel que envolvía el tabaco, incluso se quedó mirando como caía la ceniza al no poder sostenerse mas.
Cuando lo terminó se levanto de banco y caminó hasta el puente, la barandilla evitaba una cada de varios metros que se podía “amortiguar” por unos dos centímetros de agua del pobre rio de su ciudad.
Se apoyo y cerró los ojos, la vió a ella, a la mujer que amaba, al abrirlos, su determinación estaba clara, retrocedió varios pasos y con toda su fuerza arrojo el paquete de tabaco y el mechero al agua que tenia ante el. Aspiró aire y grito con todas sus fuerzas, un grito parecido al aullido de una bestia, sus ojos se volvieron castaños de nuevo, su piel adquirió su tono moreno que había perdido y la determinación marco su rostro, lo había decidido, eso no era el final, ella quizás no seria suya, pero encontraría el modo de mostrarle cuanto la amaba, le mostraría que el era lo mejor que le podía pasar, y se juro a si mismo que, al final, ella seria la mujer mas feliz del mundo.
-Que hambre- dijo sonriendo por primera vez en meses- ahora empieza lo bueno.


Comenzó a caminar hacia su casa, ya no habrían mas mareos, ya no habría mas llantos, ahora solo quedaba esperar... y aprovechar su oportunidad.